ACERCA DEL ESTADO DE DERECHO QUEBRADO

   
Es indisimulable el ataque a las instituciones de la Nación Argentina y a nuestra democracia republicana, consumado por una facción del Poder Judicial que opera como brazo ejecutor del Presidente Mauricio Macri, quien sigue instrucciones de aquellas potencias mundiales que hace tiempo intentan instituir como el enemigo universal al mundo árabe que no se les subordina.
Es decir, la cuestión baja desde lejos y el tufillo a embajadas es inevitable dejar de sentirlo.
   
Hasta objetar más fuerte que a Macri con sus jefes y sus socios, a los jueces obedientes con antecedentes de procesamientos ergo factibles de carpetazos, a las fuerzas de seguridad subordinadas a órdenes precisas de reprimir como hace tiempo no vivimos y a los periodistas adoctrinados con pautas millonarias o por temor al despido, ya parece pueril. Es hablar de los payasos y no del gerente del circo.
No obstante, cabe decir que el revanchismo promotor de grietas fomentando odios desde los medios de comunicación -que en su gran mayoría encubren y favorecen al gobierno o son silenciados-, tanto como la metralla constante de los ejércitos de trolls de call center pagados con el dinero de nuestros impuestos en las redes sociales, han ganado. Por paliza ganaron. Han dado ánimos para salir del closet a mucha gente que simulaba sus posiciones políticamente incorrectas, porque ahora el discurso bajado desde el poder es atroz y autoriza a “la gente en la calle” presuntamente buena a decir barbaridades, ya que lo incorrecto pasó a ser políticamente correcto.
   
Toda esta maniobra de pinzas aceitadamente coordinadas se puede resumir en dos objetivos: disciplinar voces opositoras al gobierno nacional y distraer del brutal ajuste y del endeudamiento atroz al cual está siendo sometido nuestro pueblo y cuyas nefastas consecuencias recaerán sobre varias generaciones más.
Cuando demasiados argentinos bien nacidos que siguen siendo manejados como marionetas por los dueños de los hilos -a pesar de las pérdidas de derechos, de trabajo y de ingresos que a todos nos tocan personalmente o más o menos cerca, a menos que seamos del primer medio decil socioeconómico y estemos subidos a la bicicleta financiera y la fuga de divisas- se den cuenta, será demasiado tarde. Vinieron por todo. No lo declaman en el patio de las palmeras de la Casa Rosada, lo demuestran con cada medida que toman y con cada crédito externo que piden para que el pueblo no vea pasar una moneda y vuelva a hacerse cargo de las fortunas que benefician a los dueños del país, como en tantas oportunidades con condonaciones y transferencias de deudas privadas al Estado Nacional.
   
Claudio Bonadío es uno de los célebres jueces de la servilleta y siempre actuó como tal, con ambos ojos sin vendas: uno mirando indulgentemente amigos y socios y el otro, apuntando a la espalda de los enemigos de sus amigos con su Glock 40.
Contra toda racionalidad jurídica, violó las más elementales garantías constitucionales y procesales en cualquier país republicano, judicializando una ley votada por el Congreso de la Nación. Para colmo el Memorándum de Entendimiento con Irán, tras casi dos décadas del atentado a la AMIA sin más avances que lo orquestado desde quienes promueven el nuevo orden mundial, jamás entró en vigencia. Un absurdo por donde se lo mire, tal como expresó Pablo Papini en la nota El tiro por la culata del reformismo permanente que recomiendo leer en la Revista Zoom: “Menos porque el instrumento jamás entró en vigencia, ni por la doctrina de actos políticos no sometidos a revisión judicial o porque la lógica indicaría pedir también la captura de todos quienes lo votaron en el Congreso nacional. Engañados, según la inverosímil gambeta que Claudio Bonadío sacó de la galera para zafar de un obstáculo que dejaría vacío medio Poder Legislativo. Es más sencillo de comprender, no requiere de entrar en muchos detalles”.
  
El Estado de derecho peligra como no había pasado desde el retorno de la democracia en nuestro país. No hubo obstrucción a las investigaciones judiciales por parte de ninguno de quienes se pide prisión preventiva en esta causa, tampoco hubo ocultamiento de pruebas y se presentaron cada vez que los convocaron, no existe peligro de fuga ni intenciones comprobables. Pero lo más aberrante es que tampoco hubo delito.
   
Ahora, desde el Gabinete Nacional se llenan la boca hablando de independencia de poderes pero la injerencia del Poder Ejecutivo sobre el Judicial es clara. Desde el presidente hasta los subsecretarios de menor rango, pasando por ministros y autoridades de entes autárquicos, se cansaron de manifestar pidiendo cárcel para funcionarios del gobierno anterior, más que a nadie la de quienes ahora no forman parte de la oposición razonable que brinda gobernabilidad sin cuestionamientos. De todos modos, vale reconocer a aquellos sectores políticos, nunca o ahora ya no del viejo FPV, que se manifestaron en contra de otra embestida a la República.
   
Ni qué agregar acerca de que el juez Bonadío en el fallo del año pasado, sobre esta misma cuestión, utilizó recortes del sitio de internet para estudiantes “El rincón del vago”, sin pudor. 
Tampoco cabe agregar que leyendo, aunque sea a vuelo de pájaro como un estudiante vago porque consta de 491 páginas pero ojeando 60 sobra, la Resolución del juez Bonadío que dispuso el procesamiento con prisión preventiva de Cristina Kirchner en la causa por la denuncia de Nisman por el memorándum con Irán publicada ayer en el sitio del Centro de Información Judicial, resulta fácilmente visible quienes fueron los políticos y los jueces premiados por el régimen actual y quienes, los castigados y los perseguidos.
   
Los beneficiados por la muerte de Nisman hoy están instalados en la Casa Rosada y, si bien, pueden poner como ministros y proponer para la Oficina Anticorrupción, el Consejo de la Magistratura y demás estructuras a quienes aportaron a la penumbra del caso, cuando miramos los apellidos en los “antecedentes” de la Resolución es indudable que el Poder Ejecutivo Nacional ejerce fuerte injerencia sobre el Poder Judicial. Apenas hay que tener un poco de memoria remota y algo de sentido. No es tanto. 
    

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